Jorge Valenzuela, presidente de Fedefruta "En la Convención hablan del mundo rural desde el libro"

"Mi casa está metida en el campo, vivo rodeado de mucho verde", cuenta Jorge Valenzuela (49). El presidente de Fedefruta (integrada por 29 asociaciones regionales y rurales ligadas a la fruta), casado y padre de tres hijos (entre 14 y 11 años), vive entre Santiago y Malloa. En las doce hectáreas de su parcela en esa comuna de la Región en O´Higgins, hay nogales, Acer y Liquidámbar. "Aquí se respira aire puro, es impagable", comenta.

Ingeniero agrónomo de la Universidad de Chile, productor de cerezos y nogales, el ex presidente de la Asociación de Viveros (entre 2011y 2018), sostiene que el gremio frutícola está en "alerta máxima". "Estuvimos trabajando estos meses, dando nuestra posición a los constituyentes con respecto a temas como el agua, la seguridad alimentaria, el medio ambiente y la ruralidad, pero no fuimos escuchados", comenta.

- ¿Por qué ese estado de "alerta máxima" ante el borrador de la nueva Constitución?

"Porque, por ejemplo, en un extremo se plantea una soberanía alimentaria que implicaría tener que consumir lo que producimos y punto. Quieren hacer parte a los pueblos originarios para que produzcan sus productos ancestrales. Y está bien que quieran apoyarlos, pero esto no debe ser excluyente de las demás actividades agrícolas".

Y añade: "Nosotros hemos discutido lo mismo que dice la FAO; que tiene que haber un complemento entre soberanía y seguridad alimentaria. Esa seguridad viene del intercambio de productos entre los países. La fruta más consumida en Chile es el plátano y la produce Ecuador. Y en ese país consumen la manzana que nosotros producimos. Pero los constituyentes no tenían idea de esto. Si fuéramos solamente soberanos tendríamos que involucionar a una agricultura muy primaria".

- ¿Y cómo se podría aplicar una soberanía alimentaria sin extremos?

"Hay alimentos estratégicos en épocas de crisis; los garbanzos son un buen ejemplo. También se pueden producir nuevas especies en el mundo de los pecanos, pistachos y la nuez. Además, en las uvas, cerezas y duraznos hay mucha genética que se está trayendo de afuera y que da la posibilidad de producir en zonas y en situaciones climáticas donde antes no se producía".

"Nos sindican como los malos de la película"

En los años ochenta, su padre Jorge Valenzuela Barnech, hizo un doctorado en fisiología vegetal en la Universidad de Maine, Estados Unidos. "Mi papá fue uno de los pioneros en el desarrollo de la fruticultura en Chile. Tuvo viveros y campos de arándanos en Los Ángeles. Lo acompañé a muchos congresos internacionales. Gracias a él, logré conocer la parte investigativa del mundo frutícola", cuenta.

"Usted vive en Malloa, en un ecosistema rural distinto al urbano; ¿Cómo analiza la visión de los constituyentes hacia el sector frutícola?

"En mi zona hay grupos de pequeños, medianos y grandes productores agrícolas que funcionan en comunidad. Entre los constituyentes hay un desconocimiento gigante del sector. En la Convención hablan de la ruralidad desde el libro. Los constituyentes determinaron lo que necesitaba el mundo rural almorzando en el barrio Lastarria; nada más urbano. Se llenan de la pequeña agricultura, de la soberanía alimentaria, pero no saben que este rubro funciona en todas las regiones".

Un artículo del borrador de la nueva Constitución dice "que es deber del Estado asegurar la soberanía y seguridad alimentaria. Y que para eso promoverá la producción, distribución y consumo de alimentos que garanticen el derecho a la alimentación sana y adecuada". ¿Qué inconveniente ve en esto?

"Colocar conceptos como seguridad alimentaria y derecho a la alimentación sana, se ve bien si solo se revisa el artículo aprobado. Pero la percepción es muy distinta cuando uno escucha el debate en el pleno y encuentra argumentos como el que llama a aprobar esto para proteger la soberanía alimentaria de la producción de frutales para la exportación. Nosotros tenemos una tarea importante de abastecer a un país, como lo hemos hecho siempre, en coordinación con todos los actores del sistema alimentario; incluyendo las ferias".

- Comentó que no fueron escuchados en la Convención, que su gremio entregó propuestas en temas de agua y mundo rural pero que no fueron consideradas.

"Tuvimos muchas oportunidades de hablar con constituyentes y comisiones de la Convención. Y uno de los temas que siempre planteamos fue la prioridad de la seguridad alimentaria, dando a conocer que es complementaria y no excluyente con la soberanía alimentaria. Creemos que es posible velar por el patrimonio rural, y también desarrollar actividades que permitan asegurar alimentos para la población, y el sustento del campo".

Agrega: "También nos preocupa mucho el tono con que se ha discutido el tema del agua en la Convención, como la percepción sobre el uso que hace el mundo agrícola de este recurso".

- ¿En qué sentido?

"A los agricultores nos sindican como los malos de la película. Esto, cuando no sólo tenemos sequía, sino también una crisis hídrica que es resultado de una falta de políticas públicas, de institucionalidad y de infraestructura. Recién en abril se aprobó el Código de Aguas donde se establece para los usuarios de agua del agro, que los nuevos derechos de aprovechamiento otorgados serán una concesión a 30 años y no indefinidos. Pero eso ahora lo quieren borrar con otra figura. Como lo proponen en esta Constitución, quedará como un permiso sujeto a una decisión arbitraria; a una temporalidad que otorgará una gobernanza nueva formada por los Consejo de Cuenca, quienes serán los responsables de la administración de las aguas. Y aunque su funcionamiento estará regulado por ley, estará integrado por gente de las comunidades, más los típicos burócratas y algunos técnicos. Sin duda, la temporalidad queda bastante poco clara".

- ¿Por qué?

"Hay que pensar que un cerezo empieza a producir fruta al quinto año. Imagínate que después, por cualquier motivo, no te quieran dar el permiso; toda tu inversión no valdrá nada. Creo que estas conversaciones son muy poco prácticas".

- En temas como modificar el Código de Aguas, ¿no está también lo que usted plantea sobre los convencionales; eso de ver a su gremio como "los malos de la película"?

"Absolutamente está ese sesgo. Pero si supieran bien cómo funciona el mundo rural se darían cuenta que hay dos millones de personas que dependen de esto. Hay regiones que viven de la fruta como Maule y Ñuble. El 35% del PIB de la sexta región es agrícola. Pero nos tratan de extractivistas, dicen que explotamos la tierra con nuestros procesos, que no alimentamos a la población, que damos trabajos y sueldos miserables".

Y prosigue: "En la Convención hay mucho concepto que viene de una economía ecológica, que es súper extremo. Por ejemplo, en Chile ahora nadie puede producir paltos, porque es mal visto; son sindicados como los que secan las ciudades".

- .¿Qué le pareció el discurso de la cuenta pública en cuanto al fomento del cultivo nacional? El Presidente Boric dijo que se apoyará a la pequeña agricultura transfiriendo recursos de emergencia agrícola debido al déficit hídrico.

"Creemos que el abastecimiento de agua para las comunas rurales siempre ha sido postergado en las políticas públicas. Las consecuencias de no tener planes para un acceso formal al agua las estamos viviendo ahora; así que debemos avanzar con decisión. El Presidente, sin embargo, habló de inequidades del modelo de gestión hídrica que heredamos y que debemos cambiar. Ante eso hemos dicho que debemos generar matrices hídricas por región; además de generar información de la real disponibilidad y uso del agua por cuenca, como acelerar proyectos según las necesidades de cada territorio. Sin embargo, los constituyentes en el borrador dejaron estipulado proteger las aguas y el ciclo hidrológico, algo que sería positivo". 

"Cuando eco constituyentes hablan de proteger las aguas y el ciclo hidrológico, algo que es bueno, esconde puntos e interpretaciones, los cuales nos pueden dejar sin abastecimiento para todas las
necesidades. En una sesión de la Comisión de Medio Ambiente en abril, una convencional dijo que la idea de proteger el ciclo hidrológico significaba dejar atrás la discusión de infraestructuras para el "acaparamiento" de agua. La importancia de generar políticas hídricas, que permitan el diseño de matrices, es un deber para abordar la crisis climática, y asegurar el abastecimiento en estos tiempos tan difíciles".

- ¿Hay que realizar cambios con tiempo y mesura?
"La fruticultura en Chile lleva casi 40 años y su boom fue en los años 90´coincidentemente con nuestros tratados de libre comercio".

"Estos tratados nos permitieron poder exportar volúmenes de frutas, darnos a conocer, generar marca país, desarrollo e intercambio comercial. Pero ahora la Subsecretaría de Relaciones Económicas Internacionales pretende hacer una consulta ciudadana entre agosto y octubre de este año. Quieren identificar la percepción sobre nuestra política comercial. Pero a quienes menos les van a preguntar son a quienes vivimos de la agricultura".

"La canciller Antonia Urrejola explicó que han existido procesos participativos similares en materia de comercio exterior tanto en Chile como en el exterior. Que este es un modelo validado tanto por la OCDE, que recomienda el fomento de la participación ciudadana en el diseño de la política comercial de sus miembros, como por la Unión Europea, Canadá y Nueva Zelandia, entre otros".

"Pero nosotros somos chilenos. Que hay que realizar cambios por supuesto, pero hagámoslos con tiempo y mesura. Este tipo de análisis sólo mete ruido. Tenemos una industria súper activa que ha funcionado en bastante equilibrio con el apoyo del Estado. Con instituciones como ProChile que apoyan el ser exportadores de fruta. Obviamente que podemos mejorar, se puedan incorporar otras especies, necesitamos diversificar los países y tener más intercambio".

Fedefruta