Hasta el 15 de septiembre es el plazo autoimpuesto por el Minagri para completar el catastro de agricultores afectados en la Región del Biobío tras el paso del último sistema frontal. Así lo afirmó Ignacia Fernández, subsecretaria de Agricultura

Si algo nos dejó en claro la pandemia es que, pase lo que pase, el campo no para. Con la nueva edición de la feria Fruit Attraction, en Madrid, se quiere volver a recalcar la relevancia del sector, la importancia de los convenios comerciales entre países, pero también destacar los avances tecnológicos y la capacidad de aplicarlos en los últimos años. Mundoagro conversó con María José Sánchez, directora de Fruit Attraction, quien destaca algunos de los puntos más importantes de este evento a realizarse del 5 al 8 de octubre.
Hoy en día tenemos avances en machine learning, inteligencia artificial, smart agro y mejor manejo de los cultivos. ¿Qué novedades podemos esperar este año y qué podremos ver en Fruit Attraction sobre estas áreas?
La feria vuelve a apostar por las soluciones de transformación a través de la innovación, de la sostenibilidad y de la digitalización con smart agro, área especializada en innovadores que apliquen tecnologías de la información al sector hortofrutícola, como son aplicaciones móviles, IoT, big data, ERPs, tracking, monitorización, automatización, predicción, digitalización y biotech attraction, entre muchas opciones más. Habrá un espacio especializado para investigación y desarrollo tecnológico en agrobiología, biotecnología vegetal y nuevas tecnologías basadas en biología vegetal. Desde estas áreas, las empresas participantes nos mostraran todas las novedades que han ido desarrollando y cómo podrán aplicarse en el campo para mejorar los procesos.
¿Qué aspectos cree que falta fortalecer en materia agrícola, tanto en España como a nivel iberoamericano e internacional?
El sector hortofrutícola es esencial, como sabemos. Es estratégico para el crecimiento económico y el desarrollo social. En nuestro caso, es de vital importancia mantener la posición del sector en el mercado que tiene que afrontar fuertes competencias de otros países.
De cara al futuro, se plantean una serie de retos estratégicos como son los nuevos desarrollos normativos, la transición verde, el incremento de los costes y la globalización creciente del mercado. No cabe duda de que la mejora de la competitividad es fundamental y esto pasa por seguir apostando por la innovación, la investigación y la tecnología.
Disponemos de un sector de frutas y hortalizas pionero, en el que la innovación es una constante que le permite avanzar y mantener su liderazgo en materia de competitividad en los mercados internacionales, así como en el conjunto de retos a los que se enfrenta en lo ambiental y social.
Son innumerables las oportunidades que ofrecen las nuevas tecnologías al sector de frutas y hortalizas. Por ello, es forzoso seguir profundizando en la incorporación de las nuevas tecnologías en todas las fases del proceso productivo y comercializador. Y es imprescindible poner a disposición del sector instrumentos que lo impulsen.
Dejamos atrás la pandemia por COVID-19 y si hay algo que nos mantuvo vivos fue la continuidad en el campo. ¿Con qué nuevas formas y métodos se queda el agro a partir de esta experiencia? ¿Qué pudimos aprender e incorporar?
La pandemia dejó muy clara la fortaleza del sector hortofrutícola. Destacaría muy especialmente la capacidad de adaptación de las empresas. La pandemia impulsó la digitalización del sector hortofrutícola, que llegó para quedarse. De esta manera, hay una mayor consciencia de lo que se puede alcanzar con una apuesta decidida por la innovación, la transformación tecnológica y la transformación digital.
La transformación tecnológica del sector agroalimentario se encuentra en pleno auge. Por ejemplo, la agricultura digital se ha convertido en un elemento clave para reducir el consumo de agua. La aplicación de la inteligencia artificial, la agricultura de precisión, la robotización, la utilización de drones o la instalación de sensores para detectar plagas son instrumentos hasta hace unos años apenas conocidos y utilizados en la actividad agraria, pero hoy imprescindibles para mantener la sostenibilidad y competitividad del sector.
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