Exportaciones 2019-2020: Cerezas enfrentan su temporada más desafiante

"No puede ser que por la poca visión y la pequeñez de ahorrarse unos centavos algunos exportadores no apoyen el trabajo que hace el Comité de Cerezas".

Alejandro García-Huidobro

Presidente Prize

Sebastián Warnier tiene una misión clara por estos días. Como gerente agrícola de Garcés Fruit, es responsable de responder una pregunta a sus jefes: cuánta será la producción de cerezas de la próxima temporada.

A simple vista no parece una tarea fácil. Es pleno invierno y los huertos son filas y filas de árboles desnudos.

La respuesta de Warnier tiene implicancias para todo el agro. Garcés Fruit es la mayor productora y exportadora de cerezas de Chile. A su vez, esa fruta, gracias a su alta rentabilidad, es el motor económico de buena parte de la actividad agrícola de la zona central.

Sin embargo, el gerente de la empresa afincada en San Francisco de Mostazal tiene un diagnóstico claro.

- El potencial de producción es de normal a bueno.

El equipo técnico que comanda ha refinado un sistema de proyección a través de los años. La clave está en el análisis de las yemas de los cerezos durante el invierno. Las buenas condiciones de temperatura en el otoño ayudaron bastante, por lo demás.

Sin embargo, como buen productor cerecero, sabe que por ser un cultivo temprano, el azar tiene mucho que decir.

"Siempre estamos sujetos a una helada en la salida del invierno o una lluvia primaveral. Hay que recordar que el año pasado estábamos muy bien hasta que cayó una granizada", sentencia.

El crecimiento de la superficie de cerezos no para en el país, lo que agrega mayor fuerza a un aumento de la oferta de cerezas chilenas en la temporada 2019-2020. Según estimaciones de Decofrut, el año pasado se plantaron poco más de tres mil hectáreas de este frutal.

Las buenas perspectivas productivas, sin embargo, imponen una inédita presión a la logística y a la comercialización. Más del 90% de las exportaciones nacionales de cerezas van a China. Llegan justo a tiempo para el momento ideal de consumo de esa fruta: el Año Nuevo Lunar. El color rojo es un signo de buena suerte y esta fruta es un producto altamente valorado como regalo.

El último par de temporadas, la celebración china cayó a principios y mediados de febrero. En 2020, sin embargo, el Año Nuevo Lunar se "adelantará" para enero, lo que significará que el período de comercialización previo al evento se acortará en casi dos semanas respecto de 2019.

"El adelantamiento del Año Nuevo Lunar es uno de los mayores que recuerde. Por lejos va a ser la temporada más desafiante en mucho tiempo", sostiene Alejandro García-Huidobro, presidente de la exportadora Prize.

Más frío, más producción

Los árboles, a pesar de que tienen muchas diferencias con los seres humanos, comparten con ellos una característica, un detalle clave para el resultado económico de la fruticultura: como las personas, si se acuestan tarde, lo más probable es que al despertar estén cansados y con menos energía para trabajar.

En el caso de los cerezos, la fase de "sueño" comienza cuando se cae la mitad de las hojas. En ese momento el árbol inicia un proceso de descanso otoñal-invernal que le permitirá acumular energías para el siguiente período productivo.

La acumulación de una mayor o menor cantidad de horas frío al comienzo del otoño puede adelantar o atrasar la entrada en el descanso. Este año, para ventura de los cereceros, el frío otoñal permitió una entrada más temprana de la pausa de los árboles.

Las yemas se cerraron mejor para proteger a las futuras flores que están en su interior.

"Cada variedad tiende a tener cierta cantidad de flores por yema. Además, hemos visto que el portainjerto también influye en la cantidad de flores. En todo caso este año se ven más flores en las yemas", sostiene Sebastián Warnier.

Incluso, todo indica que la intensa sequía que sufre la zona central no golpearía tan fuerte a los cereceros. Por ser un cultivo que se cosecha temprano, en su mayoría antes de fin de año, está menos expuesto a los problemas de riego que se pueden producir en el verano.

Aunque los imponderables climáticos ocurren, el potencial para un buen volumen está.

Por estos días las proyecciones más comunes entre los cereceros hablan de exportaciones en torno a las 220 mil toneladas para la temporada 2019-2020. En palabras simples, un alza de 40 millones de toneladas respecto de la campaña previa.

Al ritmo de la luna

Por estar basado en el ciclo del satélite natural de la Tierra, el Año Nuevo Lunar se mueve todos los años respecto del calendario occidental. Por ejemplo, en 2019 la celebración correspondió al 5 de febrero; en tanto, el 2018 fue el 16 de febrero.

En 2020, sin embargo, será el más tempranero en ocho años: el 25 de enero. Significa casi una semana y media menos para comercializar y en una fruta que tiene una temporada bastante corta. Usualmente la mayoría de las cerezas se despacha en solo cinco semanas.

"(El efecto comercial) dependerá si la cosecha viene adelantada o atrasada. Si viene anticipada, ayudará a que la mayoría de los volúmenes alcancen a llegar a tiempo; sin embargo, al ser un Año Nuevo chino tan adelantado, de todas maneras existirá un volumen mayor a las temporadas anteriores que deberá ser vendido después de la festividad y que competirá con la fruta más tardía. Frente a esto, nuevamente la calidad será el factor primordial que fijará los precios. Prueba de ello es el cierre de la temporada pasada", sostiene Gonzalo Salinas, analista de mercados de iQonsulting.

En todo caso, la presión para el área logística y de comercialización de las exportadoras va a ser enorme en la próxima temporada.

También para el área productiva.

"Es vital que se mande la fruta cosechada en su momento óptimo, no antes para llegar a tiempo al embarque. ¿Te imaginas lo que puede ocurrir si llega fruta que no satisface a los consumidores? Va a haber un mayor volumen que de igual forma va a quedar para después del Año Nuevo Lunar. Si los clientes se encuentran con fruta que no les agrada, no van a repetir la compra. Eso puede generar un problema muy grave", sostiene Alejandro García-Huidobro.

El cálculo que hacen los cereceros es que el plazo máximo para arribar a China con el suficiente tiempo para vender la fruta antes de la festividad es el 20 de enero.

Si se tiene en cuenta que un barco rápido "uno de los populares "Cherry Express" demora 22 días entre Chile y China, el límite para embarcar está en torno al 25 de diciembre.

En términos prácticos, eso significa cosechar hasta el 20 de diciembre.

Demás está decir que tener bien aceitados todos los engranajes de la máquina va a ser vital.

En todo caso, se estima que una parte relevante de la oferta chilena no podrá ingresar antes del Año Nuevo. Alejandro García-Huidobro cree que entre 25 y 30 por ciento del volumen total "equivalente a unas 60 mil toneladas" quedaría para ser vendido después de la festividad.

El trabajo de márketing conjunto (ver artículo página 10), que desde hace tres años realiza el Comité de Cerezas, será vital para mantener los buenos precios de las últimas temporadas.

"Se necesita el compromiso de todos para aportar fondos. Tenemos al 80% de las exportadoras participando. Sin embargo, mantener ese porcentaje es un trabajo muy grande, pues cada año aparecen más exportadoras",  dice Cristián Tagle, presidente del Comité de Cerezas.

Sólida demanda china

Manuel José Alcaíno, presidente de Decofrut, cree que, más allá del crecimiento del volumen esperado y de las festividades anticipadas, hay oportunidades para lograr buenos retornos en China para las cerezas. Según su mirada, depende principalmente de cómo la industria chilena maneje la calidad.

La demanda china por cerezas ha demostrado una capacidad para seguir creciendo temporada tras temporada. La industria ha trabajado en forma extraordinaria en los últimos años. Los barcos rápidos han permitido llegar con una fruta de una poscosecha más larga. Además, se ha invertido en marketing. La temporada pasada demostró que si hay buena calidad, la demanda está. Los buenos resultados que en general obtuvieron los agricultores así lo demuestran.

Alcaíno explica que la mejora en la logística está ayudando a abrir nuevos mercados al interior de China, más allá de las ciudades de segundo o tercer nivel. Esto asegura un mercado que tiene todavía bastante por crecer en cuanto a número de clientes.

Con retornos promedio a productor que rondaron los US$ 6 a US$ 7 por kilo la última temporada, se entiende el cuidado que hay que tener con la calidad de la fruta que se envía a la potencia oriental.

"Los chilenos somos campeones para reventar buenos negocios. Así nos pasó con el kiwi. Hay que trabajar unidos como industria. Hay que ofrecer una fruta de calidad y apoyar las inversiones de márketing para posicionar las cerezas en China", concluye Alejandro García-Huidobro.

Revista del Campo, El Mercurio