El agro chileno en la aldea global

Pocas veces en la historia tuvo nuestra agricultura una oportunidad de crecimiento como la que hoy se presenta.

Partamos por la población mundial. En sólo los últimos 150 años, la población se ha multiplicado por casi siete veces, pasando de algo más de 1.000 millones en la segunda mitad del S. XIX a los 7.400 millones actuales.

Ello, unido al sostenido crecimiento del PIB mundial, ha causado un permanente aumento en la demanda por alimentos, que creció al 1,9% por año en los últimos quince años y se espera que crezca a un 1,3% en los siguientes quince. 

Pero a este cambio, de naturaleza secular, se suma otro de enorme relevancia: los mercados alimentarios están creciendo a tasas mucho mayores que la demanda. 

Así, mientras en las décadas anteriores a 1990 el comercio agrícola crecía a tasas cercanas al 3%, en los últimos diez años ésta ha alcanzado un 5% anual. 

Así, cada año, el crecimiento del mercado supera al crecimiento de la demanda en un 160%. 

Y todo indica que ello continuará así o incluso superará las marcas ya alcanzadas. Hay varias razones tras esta tendencia, pero la más relevante, por lejos, es la irrupción de China en el escenario económico mundial. 

China explica hoy un tercio del crecimiento global. De la mano del crecimiento, en los últimos veinte años, más de 800 millones de personas en China dejaron la pobreza. Ello provocó un salto en la demanda por metales básicos y alimentos, dando lugar al así llamado "boom de commodities", experimentado entre 2005 y 2013. En términos de precios, los puntos más altos del boom ya han sido superados, pero éstos no han regresado a los niveles previos sino que se han mantenido en un nivel estructuralmente más alto. 

Ello rebasa las fronteras de China e impacta todos los mercados mundiales. 

Por lo mismo, nunca antes tuvo Chile una perspectiva tan espectacular para sus destinos de exportaciones agropecuarias. 

Nuestro país, con un clima mediterráneo privilegiado y una trayectoria exportadora de gran reputación, está excelentemente posicionado para capturar esta oportunidad histórica. Pero, hay que decirlo, el futuro no se escribe sobre las credenciales de un pasado glorioso. 

Se precisa un esfuerzo renovado para mantener nuestras ventajas competitivas, porque, precisamente ahora que el mundo alimentario se globaliza de veras, ya no estamos solos en el mercado. 

Otros países ya alcanzan a Chile en términos de sus ventajas sanitarias y construyen también una reputación como exportadores. 

Por ello, nuestro país debe más que nunca redoblar sus esfuerzos por mantener sus ventajas competitivas. 

A fin de cuentas entonces, si bien el mercado global seguirá creciendo a tasas espectaculares, dependerá de nuestras políticas internas el saber aprovechar esta colosal oportunidad.

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